Americano por estadounidense.

Americano por estadounidense. Radical por extremista.

Normal por habitual.

Las primeras tienen muchos más significados que las segundas. Y por tanto son más libres a la interpretación. Las segundas son palabras semánticamente más acotadas. El uso de las primeras, mucho más frecuentes que las segundas, las quita significados, las acota.

Así, decimos cine americano para refererirnos al de Estados Unidos y nos cargamos de un plumazo el de México para abajo y de paso el canadiense, que también habrá. ¡Que es larga la palabra! Norteamericano tiene sólo una sílaba más y de paso incluyes a los canadienses, cayendo en una inexactitud mucho más pequeña. Vas mejorando el tiro.

Radical por extremista. Y cierto es que radical es lo que se quiere decir, algo no deseable. No es deseable para la convivencia de las personas una religión radical, ni una ideología radical en el sentido de extremista y negadora de individios de una sociedad por su condición de raza, sexo, lugar de nacimiento, etc., pero es que radical viene de raíz, y por ejemplo un cambio radical puede ser bueno. Otro ejemplo. En Argentina el segundo partido más votado en las últimas presidenciales fue el Partido Radical y nada tiene del extremismo que pudiéramos pensar por el constante uso que se hace de esta palabra. ¿Por qué no usar extremista?

¿Y normal por habitual? La verdad. ¿Por qué va a ser normal que yo me pase el día comprando si lo que me gusta es pasear? ¿Y por qué va a ser normal que me gusten el cine de acción si el que me gusta es el melodrama? ¿Y por qué normal que me pase la vida colgado al teléfono si la comunicación que me parece más normal es la de encontrare con alguien en persona? Si lo que queremos es referirnos a la estadística, a lo que pasa con mayor frecuencia usemos la palabra habitual, mucho más exacta para lo que se quiere decir.

Moraleja: Lo normal es que hiciéramos usos correctos y precisos de las palabras de nuestro rico idioma, el castellano, y lo habitual es no hacerlos.