23 de noviembre de 2006

La felicidad está en nuestras propias desgracias

Carlos se había ido a vivir a una casa muy alejada de todos sus amigos. Al cabo de un tiempo volvió a vivir cerca de ellos y todo fue a peor. Sólo conservaba algunos amigos, los cuales apenas le hicieron caso, enfadados por lo que habían considerado una traición. Su mujer le dejó y sus hijos dejaron de hablarle. Se quedó cojo por un accidente en el trabajo y le echaron, dejándole una pequeña pensión con la que apenas podía vivir. No le quedaban hermanos, pues todos murieron en una accidente de tráfico un día que se dirigían a visitarle. Sus padres murieron siendo él joven. Una novia que tuvo antes de casarse se suicidó cuando él la dijo que quería dejarlo. Su esposa tuvo tres abortos antes de tener los hijos. Le estaban a punto de echar de la casa de alquiler en la que vivía. Le tocó la lotería, muchos millones, pues no había dejado de echar ni una semana durante toda su vida. Al día siguiente murió. Mala suerte.

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2 comentarios:

A las 3:56 p. m. , Anonymous Anónimo ha dicho...

Coño... ¿me conoces de algo? Parece un reflejo de mi vida en los últimos meses, solo que a mi no me ha tocado la lotería y sigo vivo... Bueno, lo importante es participar.

 
A las 8:31 p. m. , Blogger Franziska ha dicho...

Eres genial. Si lo cuentas en las estaciones del metro, te haces millonario.

 

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