29 de junio de 2007

Fortuna

No creo que nadie quiera leer a nadie que le vaya a contar una pena. Por eso, porque me gusta ser leído y por alguna cosa más que no recuerdo, voy a escribir que estoy tan bien que nunca he estado mejor. Las cosas me han ido tal y como tenía pensadas y no puedo dejar de dar las gracias a la diosa Fortuna por esta suerte. He ganado la Liga española de fútbol y la Champion League. Y no, no es que sea afionado al Real Madrid y al Milán, sino que juego en dichos equipos, y quien diga que esto no es posible, miente. Pero esto es solo el principio. Me han nombrado Caballero de Honor de mi país, el título más importante que tenerse pueda en mis sencillas y queridas tierras del país con las mujeres más bellas e inteligentes del mundo (¿quién necesita que sean inteligentes?, he oído decir por ahí), y todos los habitantes de mi ciudad han salido a recibirme, saludarme y vitorearme en el largo recorrido que me ha llevado del aeropuerto a casa de mis padres, donde ellos y mis abuelos me han recibido llenos de gozo y con mis platos favoritos recién cocinados, en sus manos. Por la noche, tras la entrega del título, una novia de juventud, me ha llevado a la playa, donde hemos pasado una deliciosa velada previa a algo que no voy a contar y que hemos hecho en su casa sucesivas veces, hasta que a nuestra sensación de felicidad sólo le faltaba una sábana de sueño. Al día siguiente, ella me ha llevado en coche a despedirme de mi familia, que lloraba, orgullosa de su hijo, así como lo está de todos los demás hermanos, que viven carreras y vidas personales de éxito en distintas ciudades del mundo. He ido en taxi al aeropuerto, y he tenido la mejor conversación de mi vida con el taxista, que se ha convertido a partir de ese momento en mi mejor consejero, tan bueno que a cada problema me da la frase que me ayuda a resolverlo por mí mismo, sin necesidad de nadie más. Me dice que me equivocaré a veces, que es lo normal. "Los humanos nos equivocamos". Lo venía oyendo toda mi vida, pero hasta que lo oí de su boca no lo llegué a entender. Al llegar a casa encontré a la mujer de mi vida, mi esposa, con la que tengo seis hijos, todos ellos sanos, educados y muy cariñosos. La noche de mi llegada hice el amor con ella como nunca, y si las cuentas no fallan entonces engendramos el hijo que ahora lleva en su vientre. Mi novia de juventud también está esperando otro. El de mi mujer nacerá en enero, el de mi novia de juventud no lo sé. Ambos llevarán mi nombre. Soy un hombre feliz y este año he tenido mucha suerte. Hasta que se acabe, porque se va a acabar, y el que diga que esto no es posible, miente.

3 comentarios:

A las 10:53 a. m. , Blogger Raquel Márquez ha dicho...

¿O sea que para este personaje una fortuna insuperable es ganar a todo el mundo en competiciones, engañar a su mujer, y perpetuar sus maravillosos genes y su nombre en cuantos más hijos mejor?

Yo creo que ese tío, a pesar de tanta fortuna, no es feliz, porque si lo fuera no daría importancia a esos logros que tanto dependen de la mera opinión de los demás.

Toma ya.

 
A las 2:50 p. m. , Blogger Stan Mochales ha dicho...

Mi intención no era plasmar una idea, sino salirme escribiendo. Y créeme que sí he conseguido algo de felicidad al teclear.

Un beso y gracias por aparecer por aquí.

 
A las 8:06 p. m. , Blogger Raquel Márquez ha dicho...

Es que soy una moralista de cojones y siempre estoy viendo guías para la vida en todas partes. Creo que es una enfermedad catalogada, "escandalitis", o algo así...

¿Me perdonas? ¡Ahora al leerme me parezco subnormal!

Un beso pa ti.

 

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio