"Física y química"
Tengo una necesidad imperiosa de escribir. No tengo nada que decir, ni nadie en concreto a quien quiera decirle nada. Es simplemente un deseo, como el de hacer algo porque sí, porque me da la real gana, o la gana a secas, no vamos a perder el tiempo ahora en adjetivos, porque no tengo ganas de escribir adjetivos, ni sin ellos, quiero escribir sin que nada interrumpa el mero hecho de hacerlo. Quiero hacerlo en letra pequeña, en el ordenador, en el trabajo, y quiero que mi compañera no se gire para mirar lo que estoy escribiendo. Que por qué. Creo que ha quedado claro en el comienzo de esto, porque sí, porque me apetece, me lo pide el cuerpo, como me pide tirarme un pedo, dar un beso, echar un eructo, cagar o hacer bla bla bla bla bla bla bla bla bla (censura), sí, quiero escribir, y no me importa qué piensen los demás de lo que escribo. O sí, tampoco es cuestión de que crean que no tengo la más remota idea de lo que es una subordinada adverbial de complemento directo, no es cosa de que crean que no sé el significado de la palabra perífrasis, ni de que crean que no he leído nunca a Luis Miranda Podadera (experto en gramática, autor de varios libros, misántropo, misógino y amante de las plumas estilográficas antes incluso de su propia invención. Luis Miranda Podadera venía de una familia humilde y se hizo a sí mismo a su imagen y semejanza, no sin antes pedir permiso a sus padres, que se encontraban en el salón escuchando la radio mientras él estaba con ésas. Este hecho, unido al de que a su madre se le pegara siempre el cocido, hizo de Luis un chico muy metido en sí mismo, que empezó a preguntarse sobre el origen de la gramática y la importancia del punto y coma en los párrafos cortos. Luis vivió una infancia infeliz por culpa de la erre, que no sabía pronunciar. Decía ere. Acomplejado, acudió a un logopeda, y dándole éste por imposible, se metió en sí mismo más todavía, y decidió comunicarse con los demás a través del lenguaje morse. Autor de varios libros. Murió).
El diccionario de la Real Academia de la Lengua escribió.
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pero creo que sí.
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Lo que se quiere a un hijo no se puede explicar con palabras. Entonces, ¿para qué he empezado a escribir? ¿Para sentirme un inútil, un incapaz, para justificarme, para sacar un tópico y compartirlo con los cuatro bobos que se dejan caer por el blog, que ahora son tres porque uno se ha picado por llamarle así? ¿Para qué entonces? ¿No sería mejor poner una foto mía mirando a mi hijo y que esa imagen valiera más que mil palabras? ¿Sería capaz de salir bien en la foto? ¿Quién me la haría? ¿Mi propio hijo? Pero si apenas tiene tres meses, ¡cómo va a hacerla tu propio hijo, pedazo de merluzo, que pareces más tonto que mandado hacer! Y así termina este artículo, en que queda sin demostrar que el amor a un hijo no se pueda explicar con palabras, pero en el que queda claro, que estoy espeso, muy espeso esta mañana. Espeso y vago.
No es lo que queríamos. No es lo que queremos. Ha sido lo que ha sido. Ha sido lo que es. Tenemos que chincharnos. Tenemos que habernos chinchado. Un avión desparece en medio del Atlántico y no hay manera de saber qué nos hace sentirnos más tristes. Que desaparezca, que haya tenido un accidente, que muera una cifra determinada de personas, que mueran personas que viajan como nosotros, leen periódicos como nosotros, tengan sus parejas, sus proyectos, sus inquietudes, sus filias y sus fobias, como nosotros. No sabemos qué sentimos cuando muere otro. No sabemos lo que sentimos cuando muere alguien que no conocemos. No sabemos lo que sentimos cuando muere alguien que no hubiéramos conocido nunca. Yo al menos no lo sé. Querría. Querría saberlo. Tener tiempo para poder pensar en ello. Escribirlo. Contarlo. Compartirlo. Contrastarlo. Conocerlo. Pero no en carne propia. Quiero que se mueran los otros. Quiero no ser yo el que ha muerto. Eso quiero. Sí, eso siento. Siento que no he sido yo. Y me gusta. Eso es lo que me da tiempo de saber. Son las 17:27 horas y llego tarde. No sé a dónde ni para qué voy. Pero llego tarde. Ya estoy llegando tarde. Muy tarde. Quizás no llegue.
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